Obsolescencia digital… ¿en la Red?
Todos hemos pensado en algún momento que "antes" las cosas
duraban más. Sabemos que la manipulación intencionada de los productos para
acortar su vida útil recibe el nombre de obsolescencia programada. Pero tal vez
lo que no hemos pensado es como afecta este fenómeno en el medio digital. Y mas
aun, como interferimos nosotros, socialmente, en este proceso.
Para que se de la cualidad de obsolescencia en un artefacto o
creación debe preceder al acto de sustitución, ser mas practico o cómodo para
las personas, cosa que no implica que haya perdido utilidad.
Si trasladamos esta premisa al terreno digital o generado por
computadoras, el motivo del cambio suele ser económico, y a escala mundial.
Sirva de ejemplo mi propia experiencia personal. El progreso tecnológico y el
interés familiar permitió que a los diez años realizara ya mis primeras
presentaciones con procesadores de texto, que podía almacenar en los ya
obsoletos disquetes. Aunque se perdieron en el tiempo les considero como mis
primeros documentos digitales, puesto que fueron creados con el sistema de
codificación propio de las computadoras.
Es un hecho aceptado que el hardware y programarios de esa época
han quedado totalmente obsoletos, a medida que las sociedades han
introducido las computadoras en su vida diaria: a mas producción mayores
necesidades técnicas, mayor dependencia del mercado y mayor estandarización.
¿Significa esto que ya no existen los disquetes? Por supuesto que no. Pero para
que vamos a utilizarlos si tenemos internet...
Si hace veinte años hubiera podido exportar mis creaciones al formato
pdf o jpeg aun podría disfrutar de mis dibujos, compartirlos en mis redes
sociales y hasta armar un libro digital con ellos. No necesitaría guardarlo en
un disquete, estarían siempre ahí... O almenos eso pensamos. La
aparición de formatos estandartes digitales ha permitido unificar y
facilitar el trabajo y compartido de archivos de todo tipo, la mayoría de los
cuales son luego utilizados en la red. ¿Pero quién nos asegura su pervivencia
con el paso del tiempo? Y aunque nos adaptáramos incesablemente al cambio
tecnológico, el cual implica también una adaptación social... ¿Quién nos
asegura el destino final que se les daría en este medio?
La llegada de internet rompió todos los esquemas sociales y económicos
establecidos. A pesar de introducirse relativamente despacio en los hogares,
cultura y en el mundo laboral poco a poco la red se habría un nuevo mundo. Una
nueva estructura en la cual estamos basando cada vez mas nuestro crecimiento y
memoria histórica.
La digitalización de contenidos consiguió la eterna juventud a
través de internet. Con el uso de la red ya no existen problemas de
conversión de formatos. Sabemos por las estadísticas que actualmente un
tercio de la población mundial ya usa internet a diario. Y las redes sociales,
casi inexistentes hace tan solo una década nos han vuelto más exigentes y
críticos.
La sociedad del consumo evoluciona un
ritmo frenético, cuanto más si este consumo es gratuito, accesible a tan solo
un clic de distancia. Y internet es el medio ideal para los insaciables
consumidores de contenidos. ¿Són entonces estos documentos realmente tan
perdurables en el tiempo como creemos? ¿Cómo calcular su utilidad en el tiempo?
A diferencia de otros sistemas de almacenaje internet es, ante todo,
un medio donde estas informaciones y contenidos se transmiten. Y se transmiten
a nivel mundial e incontrolable. Tal vez el problema no sea tanto la
perennidad de los formatos digitales sino el uso que damos a los documentos y
su modificación a lo largo del tiempo, así como su nivel de accesibilidad.
Muchos son los esfuerzos de los que trabajamos en el medio para mantenernos al
día de esta espiral de progreso sin limites, donde solo resisten los mejor
preparados.
Esta selección no solo afecta al contenido del documento sino también
al documento en si. Tomemos el simple ejemplo de los cambios en el diseño web quien hace esfuerzos por adaptarse a través del diseño responsivo. Este
nuevo modelo de estandarización de componentes está dejando obsoletas las webs
tradicionales, antes consideradas imperecederas, porque no aplican las
reglas de usabilidad que los grandes como Jakob Nielsen llevan años
pregonando por todo el cyberespacio.
El peligro inmediato no es tanto el futuro que nos depara el cambio
tecnológico. Sino mas bien poder seguir guardando de manera efectiva nuestros
documentos y sobretodo, hacerlo de manera útil a ojos del Big Data.
Antes de que tomáramos consciencia de que nuestras vidas se perdían sin control
en la red, esta llegó a altos niveles de saturación de contenidos sin utilidad
que a pesar de seguir ahí, damos ya por perdidos.
Por suerte la evolución no solo tecnológica sino también de
profesionales del medio digital. Por lo que respeta a la calidad de contenidos
que se filtran a través de los buscadores, ahora Google y compañía se
encarga del trabajo sucio. No en vano en marketing digital la tendencia de
los últimos años es la generación de contenidos de alta calidad, originales
y sobretodo, gratuitos. Algo que hace diez años ni siquiera pensábamos.
Pero ¿és esto lo que queríamos o llamábamos libertad? ¿Pérdida de
memoria colectiva? ¿Reglas universales que limitan el uso y control de nuestra
creación digital? Seria extraño considerarlo así, teniendo en cuenta que internet
siempre ha sido una red abierta con protocolos abiertos, una creación
cultural que entre todos hacemos crecer. Y que por lo tanto, deberíamos
autoregular de alguna manera antes de que los de arriba nos digan como hacerlo.
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